En la entrada del museo, quisimos destacar en esta ocasión, una calculadora mecánica de fabricación alemana.
La empresa Grimme, Natalis & Con el adquiere la patente de los aritmómetros de W. T. Odhner en 1892 y comienza la fabricación de las calculadoras, que se comercializan con nombre Brunsviga, nombre que procede de la localidad Braunschweig donde se encontraba la fábrica.
A lo largo de los aproximadamente 70 años en que se mantiene la producción de las calculadoras Brunsviga, se fueron introduciendo variaciones o mejoras. La calculadora expuesta es un Modelo B fabricado entre los años 1812 y 1927. Tiene capacidad para introducir datos de hasta nueve dígitos y los resultados pueden tener hasta trece dígitos.
La necesidad de tener que realizar laboriosos cálculos sin errores, motivó la creación de aparatos que facilitaran esas tareas. La primera calculadora mecánica se inventó en el siglo XVII, la finales del XIX se hicieron importantes avances en este tipo de calculadoras y en la primera mitad del siglo XX dominaban el mercado de la computación de escritorio. Las calculadoras mecánicas quedaron desplazadas por las electrónicas a principios de los años 1970.